Es fin de año. Algunos se sienten hoy más solos, como el mendigo al que he visto aporreando la puerta de una farmacia cerrada. Pedía a voces una caja de bisagras, y se reía de su propio chiste.
Me gusta observar esa euforia, ese entusiasmo que, absurdamente o no, invade hoy a millones de seres humanos.
No me importa nada la fecha, pero es irrepetible ver a tanta gente optimista, dándose una nueva oportunidad a ellos mismos.
Aún nos queda la esperanza.